Las dinámicas que crea un sistema económico como el que hemos conocido en
las últimas décadas, nos sumergen en una serie de creencias y valores que
ofrecen poco lugar a cuestionamientos y replanteamientos. Se trata de valores
que alimentan el sistema y que sin ellos sería imposible mantener y garantizar
su futuro.
Cuando todo el engranaje funciona más o menos en la medida requerida para
que la maquinaria funcione, a la sociedad en su conjunto le resulta “innecesario,
temerario y absurdo” replantear y re-enfocar el sistema y junto con ello los
valores asociados al mismo. Aunque una crisis como la que estamos viviendo
tenga unos resultados muy traumáticos para la sociedad, es verdad que a su vez
posibilita crear un clima social y político más favorable para un planteamiento
de cambio.
Centrándonos en la estructura productiva de nuestra región, cabe plantear
una serie de cuestiones que deben ser abordadas más pronto que tarde.
¿La estructura y las características de nuestro tejido productivo están
orientadas y planificadas en sus estrategias hacia los futuros retos económicos
y sociales reales de nuestra sociedad?
Esta pregunta resulta incómoda en la situación de la crisis actual que
estamos viviendo. Resulta incómoda porque tal vez nos encontremos con
respuestas que pidan una serie de reconversiones que impliquen daños
colaterales a corto plazo. Resulta incómoda porque el hecho de plantearnos la
pregunta dejará visible la gran carencia que venimos sufriendo en los últimos
años , de una política económica adecuada a las características de nuestra
estructura económica y ligada a los retos ineludibles y reales que cada vez se
asoman más cerca.
Pese a todas las incomodidades, costes políticos y daños colaterales a
corto plazo, ése es nuestro reto real.
Según los datos publicados por EUSTAT entre 2008 y 2012, si analizamos el
peso específico que tiene cada sector dentro de la industria de la CAV, los
sectores que mayor peso tienen son la industria de la maquinaria y el
transporte. En cuanto a los puestos de trabajo han incrementado el peso
relativo que tienen en la industria vasca. En cuanto al aumento del valor
añadido, el incremento ha sido aún en mayor proporción. Estos sectores han
aguantado bastante mejor la crisis, ya que la pérdida de empleo ha sido menor y
a su vez los resultados obtenidos por el empleo dedicado a estos sectores han
sido mejores.
En el otro extremo de los resultados están los sectores que han sufrido
remodelaciones como la industria de la forja y el metal. En lo relativo al
empleo han sufrido una pérdida de 2 puntos, y también han sufrido una bajada en
la aportación al valor añadido. La consecuencia ha sido el despido de los
trabajadores menos rentables. Aunque esta medida contribuya al aumento de la
productividad también contribuye al aumento de la tasa del paro.
El sector textil, papelero y de la madera, ha perdido peso en cuanto a la
creación del empleo y han podido mantener su peso en cuanto a la aportación del valor añadido.
Los sectores alimentario, electrodomésticos y muebles, ha ganado peso
específico en el empleo y han mantenido
su peso en el valor añadido.
Finalmente el sector de la refinería y química ha conseguido mantener el
peso específico en el empleo y una pérdida del 4% en cuanto al valor añadido.
Concretamente en este sector los datos están condicionados por la gran
inversión de Petronor en la planta de coque en Muskiz, cuya evolución
condicionara sustancialmente los datos del sector.
Estos datos son una fotografía de la realidad de nuestra estructura
industrial. Una fotografía que tenemos que saber interpretar con ojo clínico. A
los políticos que se encuentran en posición de tener que responsabilizarse de
este gran reto, no les quedará más remedio que abordar el tema con valentía y
rapidez.
Debemos tener muy claro que una política estratégica de este calibre es un
proyecto que debemos interiorizar toda la sociedad y especialmente los agentes
políticos, económicos y sociales. No se trata de una estrategia partidista ni
con objetivos electorales. Se trata de
un proyecto de toda la sociedad en la que a algunos agentes les tocará abordar
cuestiones impopulares y complejos de
gestionar. Por ello es tan importante elaborar una estrategia clara que
posibilite alcanzar los objetivos marcados, y que sea asumida por el conjunto
de la sociedad.
Nos encontraremos con sectores que se encuentran en muy distintas
situaciones no sólo en cuanto a resultados presentes sino sobre todo en cuanto
a expectativas relacionadas con los retos de un futuro cada vez más próximo.
Por ello nos veremos obligados a dar lo mejor de nosotros mismos en todos los
aspectos.
El camino no es fácil, pero es el único que podemos seguir para tener un
futuro como sociedad. Tenemos que invertir en formación, en tecnología,
innovación, pero también tenemos que hacer un gran esfuerzo en reflexionar
sobre los conceptos que estructuran el tipo de sociedad que queremos llegar a
construir.
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